Las relaciones de convivencia pueden ser gratificantes, pero también muy complejas. Bajo el mismo techo, se pueden producir muchos momentos de tensión y discusiones que pueden erosionar la relación intrafamiliar. Las disputas familiares son muy habituales y no tienen por qué ser un síntoma de una mala relación, sobre todo si se sabe gestionar adecuadamente.
Es algo de lo que me gustaría hablar hoy, de aquellos problemas y conflictos que pueden surgir en la familia y de aquellos aspectos que se pueden trabajar para gestionarlos de la mejor manera posible.
Las Relaciones Familiares y Problemas que pueden surgir
El vínculo existente entre un familiar u otro determina, como es lógico, el tipo de problema que puede aparecer dentro de la relación. No es lo mismo el conflicto entre padres e hijos que entre hermanos o pareja, ¿verdad? Por eso, voy a hacer un breve repaso de todos ellos.
Problemas de Pareja
La convivencia en pareja puede deteriorarse con el paso del tiempo y generar conflictos. Es algo de lo más natural y que suelen tener su raíz en una mala comunicación o a malos entendidos que culminan en insultos o expresiones incorrectas.
La frustración por sentirse con la libertad coartada o autonomía, así como la falta de herramientas para resolver problemas también puede ser una causa conflictiva en pareja. Por supuesto, también puede haber un desencadenante, como una infidelidad, que sea la fuente de este problema de pareja.
Problemas entre Padres e Hijos
Los conflictos entre padres e hijos son el pan de cada día. Estos problemas familiares van a ser de diferente índole, según la etapa de desarrollo de los hijos. Así, en la etapa infantil, puede haber ciertos problemas en torno al grado de autonomía a conceder al hijo o si existe la creencia de que el niño toma decisiones inadecuadas desde una perspectiva ética o moral.
Por otro lado, cuando las discusiones se suelen volver más broncas y frecuentes es con el cambio hormonal de los niños, en la adolescencia, donde los cambios emocionales son muy bruscos. Eso sí, muchas veces se tiende a pensar que aquí acaba todo, pero la realidad es que una vez llegada la edad adulta, pueden surgir conflictos sobre las desavenencias acerca de cómo organizarse la vida o de cómo vivir.
Problemas entre Hermanos
Suelen ser conflictos que duran muy poco tiempo y en la que no se suele necesitar la intermediación parental. Las discusiones entre hermanos son las más frecuentes, incluso después de “abandonar el nido”.
Este tipo de discusiones pueden ser un entrenamiento para este vínculo en la edad adulta, por lo que podría ser interesante aprender a gestionarlas para un futuro, donde podrían ser más intensas.
Causas de Problemas que surgen dentro de la Familia
Independientemente del parentesco, se pueden identificar una serie de causas o factores que marcan los conflictos familiares.
El ciclo vital de alguno de los individuos del núcleo familiar puede ser determinante, desde el cambio de rol dentro de dicho núcleo o la adquisición de nuevas responsabilidades, como sucede por ejemplo al tener hijos.
Asimismo, cuando uno de los familiares convivientes tiene una discapacidad o es dependiente, pueden florecer ciertos conflictos debido a la carga y restricción de actividades por parte de sus cuidadores.
Por otro lado, el detonante de los conflictos puede deberse a factores externos. Acontecimientos imprevisibles que pueden afectar, entre los que puede estar el fallecimiento de un familiar o la pérdida de un empleo.
Gestionar los Problemas Familiares
Como siempre, un conflicto puede ser un problema sin solución no puede presentarse como una ocasión excepcional. Todo depende de cómo se manejen este tipo de situaciones.
En este sentido, la comunicación es la herramienta más poderosa que existe, comenzando por saber escuchar a la otra parte del conflicto. Muchas veces, se tiende a olvidar que la comunicación es bidireccional y que es necesario saber escuchar para poder comprender las causas del conflicto y de cómo se pueden resolver.
El tono y lenguaje utilizado tiene que ser también el adecuado. A fin de cuentas, para evitar malos entendidos, saber comunicarse de forma calmada y sosegada es fundamental.
La comunicación no verbal también puede jugar un papel relevante en la resolución del conflicto. Así, siendo cariñoso o afectuoso, se consiguen rebajar los niveles de tensión con respecto a la otra parte.
De la misma forma, siempre que sea posible es necesario mantener la calma o acometer la discusión con los ánimos calmados para evitar decir algo de lo que arrepentirse en el futuro.
No te voy a engañar, conseguir gestionar según qué conflictos familiares puede ser realmente complicado y puede que, en algunos casos, la relación se haya visto ya muy dañada. En este tipo de situaciones, puede que la mejor forma de con una terapia familiar.
Trato asiduamente con este tipo de situaciones. Aquí, te hablo más acerca de la terapia familiar en mi consulta.